OBJETO / JL / Marzo 8


Para la tradición hindú, la individualidad es el resultado de la unión de dos conjuntos de elementos llamados nama y rupa, que significan literalmente “nombre” y “forma”.

Nama corresponde al aspecto “esencial” de la individualidad, y rupa a su aspecto “substancial”. Nama corresponde a la parte sutil de la individualidad, y rupa a la parte corporal o sensible. Son estas dos partes, sutil y corporal las que, desempeñan los papeles de “esencia” y “substancia”. Nama equivale al griego eidos: la “idea” en el sentido del “arquetipo”. Es parte del “mundo inteligible”, del que el "mundo sensible" es un reflejo o sombra.

Nama es el modelo "ideal" que el artista debe contemplar interiormente, y según el cual realiza posteriormente su obra con una forma sensible, que es rupa. Cuando la “idea” se ha “incorporado”, la obra de arte puede ser contemplada, igual que el ser individual. Es decir, hay un “descenso” de la “idea” al dominio formal. Pero eso no significa que la “idea” resulte afectada, sino que se refleja en una determinada forma sensible, que procede de ella y a la que el artista da vida.

Un objeto es una cosa, o es un constructo.

Todo objeto posee propiedades: las cosas poseen propiedades sustanciales y los constructos poseen propiedades conceptuales.

Un constructo es una construcción teórica que se desarrolla para resolver un problema intelectual. Se trata de un objeto conceptual o ideal de acuerdo a procesos de relaciones y equivalencias entre diferentes objetos. Son como objetos autónomos, aún cuando no tengan existencia real.

En otras palabras, "si nos abstraemos de la ideación, que es un proceso concreto del cerebro, y también de la comunicación, que es un proceso físico y social concreto, obtenemos constructos: conceptos, en particular predicados, proposiciones, y cuerpos de proposiciones, por ejemplo, teorías.

Dos ejemplos: la personalidad es un constructo psicológico con el que nos referimos a un conjunto de características de alguien. Es esa organización interior la que lo hace actuar de maneras determinadas una o varias circunstancias.

Se conoce como constructo social, por otra parte, a la entidad que surge en un sistema construido por los integrantes de una sociedad. Los integrantes de dicho constructo se comportan como si esta entidad existiera, respetando ciertas reglas convencionales.

(Cosa: objeto concreto u objeto material, es un individuo sustancial dotado con todas sus propiedades sustanciales. El concepto de cosa sintetiza los conceptos filosóficos clásicos de sustancia y forma.)

Si observamos a los hombres del pasado, a través de las pinturas, de los registros de todo tipo a través de las diferentes edades del hombre, podríamos decir que encontramos que ese hombre (mas allá de sus apariencias capilares, barbas o bigotes) es el mismo hombre que podemos apreciar o ver hoy en cualquier fotografía contemporánea. Es decir, aparece como una “especie” estable.

Lo que si difiere y marca las edades incluso las culturas, es la inmensa diferencia de objetos que los rodea, que genera, que necesita y que utiliza con diferentes sentidos.

La Naturaleza parece infinita en sus expresiones o manifestaciones, sin embargo, en una determinada edad humana, se hizo necesario censarla. A traves del tiempo, biólogos, geólogos, astrónomos clasificaron a las diferentes especies animales, vegetales, minerales, Lo terrestre y lo extraterrestre.

Y cuando la razón fue ubicada como el punto de apoyo del conocimiento, ya se hizo necesaria la acumulación de datos diversos que justificara el uso de la razón y que por este motivo se clasificaran esos datos para su mejor manejo. El Enciclopedismo se ocupó de eso sistemáticamente, y así pudo ofrecer un cuadro completo de los objetos prácticos y técnicos de que el hombre estaba rodeado. Recomiendo ver la Enciclopedia Diderot y Lambert (1750). La obra comprende 28 volúmenes, 71.818 artículos y 3.129 ilustraciones.

Allí se encuentran registrados (dibujados con el sistema de grabado) los diferentes objetos o herramientas que se necesitan en los diferentes oficios o profesiones y todo aquello que es posible dibujar para clasificar después.

El hombre consiguió censar los animales, las especies vegetales, etc pero en cuanto al mundo del objeto, se ha visto desbordado porque las generaciones de productos y de aparatos, se suceden, a ritmo acelerado. Se rompió el equilibrio: los objetos cotidianos proliferan, las necesidades se multiplican, la producción acelera su nacimiento y su muerte, y nos falta un vocabulario para nombrarlos.

¿Cómo clasificar un mundo de objetos que cambia? Existen tantos criterios de clasificación como objetos: según su talla, su grado de funcionalidad, el grado gestual o simbólico vinculado al objeto (rico o pobre, tradicional o no), su forma, su duración, si es para uso público o privados, el momento del día en que se utilizan, la materia que transforman. (Por ejemplo una licuadora sabemos lo que transforma y cómo lo hace, pero ¿cómo actúa y qué transforman y cómo, por ejemplo la radio, el auto, la llave, una clave?).

El plano tecnológico de los objetos es una realidad que es necesario comprender. Qué es lo que les ocurre a los objetos por el hecho de ser producidos y consumidos, poseídos y personalizados.

Lo técnico permite entender el progreso del objeto por la convergencia de funciones en una unidad. El objeto técnico tiende a alcanzar un estado coherente consigo mismo.

La tecnología cuenta la historia rigurosa del objeto, en transiciones de un sistema a otro mejor integrado, a través de “tecnemas” a estos elementos técnicos simples (diferentes de los objetos reales) en cuyo juego se funda la evolución tecnológica en el interior de un sistema ya estructurado como las investigaciones de laboratorio o las realizaciones muy técnicas como las de la aeronáutica, la astronáutica, la marina, los grandes camiones de transporte, las máquinas perfeccionadas, etc.

Ahí es donde lo impersonal reduce al mínimo la influencia de la moda. El automóvil propone muchas formas pero la aviación, está obligada a producir los objetos técnicos más concretos por razones funcionales (seguridad, velocidad, eficacia). En estos casos, la evolución tecnológica sigue una línea casi pura.

Cada uno de nuestros objetos prácticos está ligado a uno o varios elementos estructurales, pero, todos huyen de lo técnico hacia un significado secundario, hacia un sistema cultural.

Pongamos un ejemplo: lo que es esencial y estructural y, por consiguiente, lo que es más concretamente objetivo en un molino de café, es el motor eléctrico que transforma la energía en su función precisa de moler el café); lo que no tiene nada de objetivo y, por consiguiente, no es esencial, es que sea verde y rectangular, o rosa y trapezoidal. Eso es la “personalización”, que es inesencial para su funcionamiento.

Se puede notar algo que caracteriza al objeto industrial en contraposición con el objeto artesanal, y es que lo inesencial ya no se deja al azar de la demanda y de la ejecución del artesano, sino que pasa a ser tan importante como casi lo esencial. Eso se sistematiza y se ordena.

Si se exceptúan los objetos técnicos puros (que no tienen en cuenta el “gusto o la moda”) observaremos que esos dos niveles (el aspecto esencial del objeto y el aspecto inesencial, por cuales el objeto es caracterizado, comercializado y personalizado hasta llegar al uso y entrar en un sistema cultural), vemos que de acuerdo a las condiciones actuales de producción y de consumo no son incompatibles, ambos aspectos no son incompatibles.

La tecnología no constituye un sistema estable. El hecho de que la tecnología dependa estrictamente de las condiciones sociales de la investigación tecnológica y, por consiguiente, del orden global de producción y de consumo, resulta que el sistema de los objetos puede describirse científicamente cuando se lo considera, como el resultado de la continua acción de un sistema de prácticas sobre un sistema de técnicas. En el nivel tecnológico, no hay contradicciones, soy hay sentido.

Se pueden establecer una analogía entre el análisis de los objetos y la lingüística o, la semiología. Aquello a lo que, en el campo de los objetos, es diferencia inesencial, es análogo al “campo de dispersión” una noción semiológica, constituido por las variedades de ejecución de una unidad (de un fonema, por ejemplo), mientras estas variedades no traigan consigo un cambio de sentido. Son variaciones combinatorias que son insignificantes en el plano de la denotación, pero pueden ser significantes en el plano de la connotación.

Las tipologías de objetos industriales se pueden establecer siguiendo diversos criterios.

Voy a citar solo algunos. Por ejemplo, un criterio podría ser la mayor o menor cualidad de individualismo que posea el producto.

1. Objetos de uso individual: en éstos predomina el factor estético-ornamental. a. aquéllos en los que predomina el factor funcional (ventiladores, radiadores, electrodomésticos) b. aquéllos en los que predomina el factor afectivo-personal (relojes, objetos de vestuario, etc.)

2. Objetos de uso supraindividual, o públicos, en los que predomina el factor funcional utilitario.

Otro tipo de clasificación podría tomar como criterio la presencia o ausencia de una sección mecánica que forme parte integrante del objeto. Serían:

1. Objetos sin mecanismo interno. 2. Objetos que si tienen un mecanismo interno. a objetos en los que su parte mecánica está sólo añadida al objeto b objetos con carrocería, en los que su parte mecánica está íntimamente encerrada en el objeto: ordenadores, automóviles, electrodomésticos, televisores y aparatos audiovisuales, etc.

Otro tipo de clasificación podría tomar como criterio el uso y funcionalidad del objeto y la mayor o menor incidencia del factor consumo sobre ellos.

1. Objetos de uso individual (con la presencia de un mecanismo interior o no) de funcionalidad estricta, profesionales, poco sujetos a la moda y al consumismo. Son los instrumentos de precisión, los microscopios, instrumentos médicos, etc. 2. Objetos de uso individual, sujetos a modificaciones periódicas del gusto ligados a la moda, con funcionalidad limitada y sometidos a un rápido consumo: telefonos, aparatos reproductores de música, etc. 3. Objetos destinados a un uso supraindividual, sometidos a menores alteraciones del gusto por no estar ligados a la moda, que responden a requisitos de absoluto funcionalismo y que dependen de un género de consumo prioritariamente técnico: aviones, submarinos, buques, trenes, etc.

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