VAGINA / Natalia Ponce Rivelli / Miércoles 6 de octubre

Concha, tajo, cachucha, cajeta, argolla, cachi, cotorra, cacerola, chucha, coño, cachufleta, almeja: VAGINA.
Según el diccionario, la vagina es el conducto membranoso y fibroso que en las hembras de los mamíferos se extiende desde la vulva hasta la matriz, junto con la vulva son los órganos de la copulación. Cumpliendo esta función reproductiva, es el órgano femenino que recibe el pene durante el coito, la parte inferior del canal del parto, y la vía de salida de la menstruación.

Antes de que los pescadores catalanes se hicieran a la mar, sus mujeres levantaban su falda y enseñaban los genitales a las aguas, así el Mediterráneo les entregaría buena pesca. Este es solo un ejemplo de cómo, en todos los tiempos, la vagina ejerció un poder como símbolo benefactor del macho humano. (Cabe recordar recordar aquello de que un pelo de concha tiene más fuerza que una yunta de bueyes). Sin embargo, también existe, y con fuerza, la contrapartida, es decir, la vagina de características maligna, particularmente con dientes. La vagina dentada es un genital capaz de devorar hombres, mito o leyenda que estuvo presente en muchas culturas en la antigüedad y es sobre este particular aspecto que quiero centrarme.

Las antigüas y extendidas leyendas sobre vaginas dentadas, en una primera apreciación parece que se contaban con el objeto de prevenir sobre los riesgos de mantener sexo con mujeres desconocidas, aunque como se verá, tiene significados mucho más profundos e interesantes.

La vagina dentada, actualmente aparece como una atractiva imagen para artistas y escritores, particularmente entre las obras del surrealismo o del psicoanalisis, y es directamente relacionada con el miedo masculino a la castración, como también expresa la amenaza a la que se expone el hombre en el coito, que aunque empieza triunfante, finalmente siempre o casi siempre termina desalentado.

Una versión hindú relata la historia de la hija de un demonio que tenía alargados y afilados dientes en su vagina. La presencia de un hombre la movía a convertirse en una bella y cautivadora doncella para seducirlo, cortarle el pene y comérselo, dejando el resto a los tigres. En la selva conoció siete hermanos y decidió tomar como esposo al mayor, para poder acceder a los demás. Transcurrido un tiempo le mutiló el pene al mayor, y arrojó su cuerpo a los felinos y así procedió con los demás, hasta que sólo quedaba el menor. Pero, los dioses lo ayudaron a través de un sueño: "si vas con la joven en vez de hacerle el amor destrúyele los dientes con un hierro". Y así la puso bajo su control.

El mito de la vagina dentata muestra también un aspecto mucho más literal que el de la relación de la consciencia con los aspectos desconocidos del oscuro mundo del inconsciente colectivo o de la feminidad arquetipal, y este aspecto es un verdadero y concreto, aunque subliminal, miedo a las mujeres. La vagina dentada, la mantis religiosa, la mujer caníbal son creaciones masculinas cuya función es mitigar los propios demonios, creaciones de hombres que ven en la mujer una amenaza (particularmente en su actitud decidida con respecto a su goce). Y es que la existencia de monstruos femeninos habla más de los miedos masculinos (entre otras cosas porque han sido los hombres quienes los han creado) que sobre los deseos de la mujer o la subjetividad femenina.

Es decir, estos monstruos dan cuenta, en primer lugar, de un temor masculino de ser infectado de feminidad: de ser devorado y castrado, y en segundo lugar, son el testimonio de la rebeldía femenina a la disciplina patriarcal, al margen de la obediencia al hombre, la hija obediente, la esposa complaciente, la madre sacrificada.

En los mitos amazónicos donde aparecen las mujeres con vagina dentada los hombres deben transitar por el camino de las pruebas hasta encontrar la solución que radica en romper los dientes de la vagina dentada para acceder a la heterosexualidad, conquistar a la mujer y en consecuencia afirmarse a si mismo y dar origen a una relación de pareja.

En Chiapas, México, existe el cuento de la viejita que se transformó en el volcán Chichonal. El héroe de este relato, espiaba a una doncella que se bañaba en la laguna y advirtió escamas en su cuerpo y también una cotidiana transformación de joven a anciana. A la noche era vieja y tenía dientes en su cosa de mujer. A pesar de su enamoramiento, el temor a la castración inhibió su apetito sexual, lo que motivó el enojo de “la mujer encantada” que, afectada en su vanidad, provocó temblores e inundaciones, convirtiéndose en volcana. El mito fue reactualizado en 1982, al producirse la erupción del Chichonal, atribuido a una violenta respuesta a las exploraciones petroleras realizadas en el norte de Chiapas al iniciarse la década de los setenta. Numerosos testimonios refieren la visita de Piowacwe (“la viejita”) a distintos poblados, como consecuencia de las exploraciones atribuidas a los geólogos gringos que hicieron hoyos en el volcán, buscando petróleo y dinero. La defensora de las riquezas guardadas en el volcán, al advertir el saqueo, arremetió contra los intrusos, no sin antes alertar a los zoques con su presencia, trasponiendo así el tiempo mítico.

Podemos decir que las mujeres somos sexuales. Así lo señala uno de los arquetipos occidentales originarios de todos los tiempos: el Génesis dice que Eva inició a Adán en el conocimiento del cuerpo y el encuentro entre ambos se simboliza con la expresión comió del árbol de la sabiduría. Sin embargo, es interesante observar también que otro de los arquetipos femeninos más importante de la historia se relaciona con la asexualidad de la mujer: la virgen como madre que no necesita el sexo ni siquiera para engendrar, de ahí la gran importancia de la vagina.

Según consta en la literatura hebrea, Lilith fue la primera esposa de Adán. Estaba hecha con arcilla, igual que él. Era hermosa y libre. Hasta el punto de que se quejó de tener que yacer con Adán siempre debajo: "Fuimos creados iguales, y debemos hacerlo en posiciones iguales". Cansada de que Dios no atendiera sus reivindicaciones, se fue del Paraíso. Entonces Adán recibió una nueva compañera, Eva, creada a partir de una de sus costillas, y por lo tanto sumisa. A partir de esta narración, a Lilith se le ha considerado la reina de los súcubos o demonios femeninos, por alinearse en el bando enemigo de Dios al marcharse del Paraíso. Y de ahí se ha pasado a suponerla una perversa ninfómana, que seduce a los hombres con maestría para estrangularlos después.

En la reproducción superior, se ve la vagina telúrica por la que un hombre muerto regresa al reino de los muertos al que entra por las fauces que tienen colmillos y dientes. Lévi-Strauss toma el tema en sus libros Mitológicas, y en su libro Lo crudo y lo cocido refiere un mito toba-pilagá en el que las mujeres de vagina dentada bajan del cielo y roban la comida de los cazadores. Entre otros, refiere un relato procedente del Chaco en el que el héroe rompió los dientes vaginales de las mujeres, posibilitando la copulación y la reproducción.

Considerando a los símbolos como condensaciones expresivas de la psiquis, Lévi-Strauss concibe y sustenta su “teoría de los orificios”, ya anticipada por Sartre en “El ser y la nada”, motivo para otro tipo de análisis.

Lectura recomendada: El lugar de la captura (simbolismo de la vagina telúrica en la cosmovisión mesoamericana) de Félix Báez-Jorge

No hay comentarios:

Publicar un comentario